Twitter

domingo, 6 de octubre de 2013

Tinkunaco 1423/13 - Nota y libro - Racismo y Filosofía “Cierto negro brasileño leproso” Sobre un sueño de Spinoza

Tlaxcala
Nicolás González Varela
Racismo y Filosofía
“Cierto negro brasileño leproso”
Sobre un sueño de Spinoza




 
E-BOOK: El Esclavismo ha sido el Genocidio, el Holocausto de la Modernidad, el Shoa de la Ilustración. Parafraseando la terrible fórmula de Adorno sobre el hecho de Auschwitz, habría que preguntarse: “¿Es posible pensar después de la Esclavitud?” El test crucial para la Aufklärung y el Liberalismo naciente es la institución de la Esclavitud y el comercio de esclavos. Por ello, se puede y se debe leer al Liberalismo (en este caso Spinoza) desde el punto de vista del esclavo negro, forzar esta lectura desde el lado de la víctima, desde la diferencia del otro y de la Negritud, desde las sombras, desde la indiferencia teórica, desde el inexplicable silencio filosófico. Nuestra historia parte de una carta que Spinoza recibe en 1664 de su amigo Peter Balling, cuando Spinoza es ya otro hombre, un pensador que puede vivir sin apuros gracias a la renta vitalicia otorgada por un admirador, pero en el que todavía resuenan las lastres ideológicos del capitalismo mercantil y el colonialismo holandés...
 
Spinoza, el “hombre ebrio de Dios”, el “marrano de la Razon”, el “judío subversivo”, aquel que el filosofo cortesano Leibniz describió como “un hombre de tinte oliváceo y algo de español en su semblante”, fue sin dudas un pensador radical para su época, ligado a los ríos, a los canales y al océano. Su corta pero profunda reflexión se encuentra indeleblemente marcada por el surgimiento del nuevo imperialismo, la emigración, la persecución, la precariedad, las travesías inciertas, el riesgo mercantil de la desafiante burguesía y el cosmopolitismo más moderno. Impresiona su dimensión total, al mejor estilo de un hombre del Renacimiento: metafísico y moralista, pensador religioso y filosofo político, exegeta critico de la Biblia, critico social, pulidor experto de lentes, comerciante multinacional, físico y cosmólogo, hereje hasta el final de sus días. Podríamos decir que era español, ya que la familia de Spinoza, como su nombre lo indica, provenía de la ciudad castellana de Espinosa de los Monteros, provincia de Burgos, en el limite cantábrico, y porque era costumbre en los judíos sefaradíes portugueses el hablar portugués pero escribir en español; hispano-portugués, porque sus padres fueron emigrantes forzosos de formación católica no-judía, los Anusim, o “marranos” (los antepasados judíos de Spinoza vivían ya en España en tiempos de Cartago y Roma); era judío, porque fue recibido en la comunidad de Abraham y recibió estudios tradicionales talmúdicos, y contribuyo económicamente con su sinagoga; era portugués, ya que esa fue durante toda su vida su lengua materna y primigenia (los poetas ibéricos eran sus preferidos, tanto que firmaba con naturalidad con un “D’Espinoza”); era holandés, porque nació en Ámsterdam, en un barrio que se encontraba entre el Rio Amstel y el puerto, Vlooienburg (hoy se llama Waterlooplein), en una casa espaciosa alquilada, y porque murió en La Haya, porque estaba ligado a Rembrandt por la misma cultura, pero por destino Spinoza seguirá siendo un outsider, un intempestivo, un hombre póstumo, un inactual.

Para leer el libro, clicar en la imagen

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario